martes, marzo 11, 2008

La Guadalupana: Importancia e influencia de la Virgen en la cultura mexicana

Por Patricia Prieto

No hay duda que a cualquier parte donde emigra el mexicano lleva consigo a la Virgen de Guadalupe.

Donde quiera que se establezca, allí impone su arraigada devoción hacia la Virgen Morena y su tradicional fiesta de honrarla cada 12 de diciembre.
Para el mexicano la Virgen de Guadalupe es más que un icono de fe y devoción, es parte integral de su historia y de su identidad.

Según afirman muchos historiadores, esta importancia es resultado de los mensajes de sus apariciones, ocurridas entre el 9 y 12 de diciembre de 1531 y narradas en el Nican mopohua (un documento indígena escrito en lengua náhuatl).

“La influencia de la Virgen de Guadalupe en la cultura e historia de México comienza a partir de allí”, dice Susan Fitzpatrick-Behrens, profesora de historia de la Universidad del Estado de California en Northridge, con especialidad en el tema de religión en Latinoamérica, quien recientemente visitó nuestro país para dar una serie de conferencias sobre teología.

La catedrática ofrece dos razones de la importancia e influencia de la Virgen en el pueblo mexicano. Una dice que ella reemplazó a la diosa Tonantzin (que en lengua indígena significa “nuestra madrecita”) que los indios veneraban en el cerro del Tepeyac. La otra dice que fue un mito creado por la religión católica para impulsar una nueva devoción entre los pobladores nativos de México.

“Pero, independientemente de estos dos puntos de vista, lo cierto es que la Guadalupana tenía un puesto muy importante en la comunidad indígena mexicana y lo sigue teniendo en el México de hoy”, dice la historiadora.

La influencia de la Virgen se ve en acontecimientos sociopolíticos del país azteca. Bajo su imagen, en 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla dio el grito independentista de ese país y, como afirma Fitzpatrick-Behrens, unificó a todo un país conformado por indígenas, mestizos y criollos, dándole una sola identidad como nación.

Ante esto, se podría decir que la Virgen de Guadalupe ha sido para México más una
imagen seglar que religiosa.“La Guadalupana está presente en todo movimiento
sociopolítico de México porque llevó a este pueblo un mensaje de valor y fuerza y ayudó a levantar la voz en defensa del pueblo oprimido. Este mensaje, que transmitió
en sus apariciones, nos llama a ser mejores personas y a comprometernos con las causas sociales. Por esto, no es raro verla a ella como figura central de muchos
movimientos sociales”.

Su influencia también se ve en el arte de México.
Ella parece en grandes murales dentro y fuera de casas y edificaciones zubernamentales, en avenidas y pasos peatonales, en pequeños altares levantados por los caminos de los barrios. Es decir, su presencia es constante y resulta interesante reflexionar en su mensaje de amor y protección que da esperanza y
fuerza a quien la quiere y venera.

La Guadalupana ha sido figura generadora de gran devoción que trasciende fronteras y
roba el corazón del mexicano, aunque éste sea ateo. Prueba de ello son las palabras que pronunció una vez el muralista Diego Rivera: “Soy ateo,pero guadalupano”. Tal vez por esto mismo es que su influencia llega hasta las pilas bautismales, donde sin importar género ni religión, muchos niños y niñas en México reciben el nombre de Guadalupe.

Rostros de México

Por Guillermo Solís Mendoza

La aportación de Emilio Carballido al teatro mexicano es invaluable.
Lo mismo elaboró piezas teatrales que sirven como ejercicios didácticos para estudiantes, que desarrolló fantásticos relatos infantiles y piezas maestras que lo colocan en uno de los escalafones más altos del realismo y el costumbrismo mexicano.

Su incursión a las letras
Nacido en Veracruz un 22 de mayo de 1925, llegó a vivir a la Ciudad de México durante su primer año de vida y su infancia fue la que lo empujó al camino de las letras: “Me trajeron de brazos a la capital y mi infancia transcurrió en los barrios de La Lagunilla y en Santo Domingo. Querer escribir surgió en mí naturalmente, porque era un muchacho muy imaginativo, precoz e insoportable, que leía mucho y lo más natural para mí era escribir, ya que en mi casa, todos escribían: mi abuela, mi mamá, mis hermanos y mis tíos hacían versitos y cosas de ese estilo.”

De esa abuela materna, que de niña había memorizado versículos completos de la Biblia y de la poesía griega, recibió los relatos orales que desataron su imaginación y que serían fuente de inspiración de muchas de sus obras. Además, absorbió el estilo fantástico de las narraciones de Julio Verne, y siguió las aventuras de Sandokan, el Capitán Tormenta y los Piratas de Málaga de la mano de Emilio Salgari. Hizo un intento por escribir lo que se desarrollaba en su mente al momento de leer, y descubrió que “era una lata relatar y que era más fácil escribir diálogos y hacer acotaciones. Entonces lo que primero escribí de teatro, es todavía de chamaco, unos cuentitos a los que les hacia dibujitos; es decir, eran como una especie de cómics que yo dibujaba y dialogaba”.

Su obra
Su vida académica Se inscribió en la facultad de Derecho y descubrió en esa misma época el teatro de Xavier Villaurrutia. Durante sus clases de derecho romano, escribió una obra de teatro; y en el transcurso de un examen, concibió La triple
Porfia (que posteriormente mostró a Salvador Novo). Luego de presentar en Bellas Artes Rosalía y los llaveros, ya radicado de nuevo en Veracruz, escribió La danza que sueña la tortuga y Felicidad, obras que los críticos han colocado dentro de la corriente del realismo; y el magnífico libro de relatos veracruzanos La caja vacía.Comenzaba así, la carrera de uno de los dramaturgos más brillantes del país.

Asistió a la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde fue alumno de Rodolfo Usigli,Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza; y obtuvo la Maestría en Letras especializado en Arte Dramático y Letras Inglesas.

De entre sus compañeros, conoció a los que serían sus amigos inseparables
y primeros críticos de sus piezas: Rosario Castellanos, Luisa Josefina Hernández y Sergio Magaña.

Reconocimientos
Emilio Carballido recibió a lo largo de los últimos 25 años, incontables reconocimientos a su calidad como dramaturgo.

Fue director de Teatro del INBA, director de teatro en la UNAM, Premio Nacional de Literatura en 1996, recibió homenajes de todas las instituciones culturales y algunas universidades como la UNAM, la UAM y la Universidad Veracruzana. En 2002 ingresó a la Academia Mexicana de las Artes.

En diciembre del 2002, Carballido sufrió una trombosis cerebral que lo mantuvo en estado crítico en el hospital ABC por más de un mes. A raíz de ese ataque, sufrió trastornos del sueño y de movimiento motriz en sus extremidades, cosa que no impidió que continuara con su labor de creación literaria. Sin embargo, víctima de un infarto agudo al miocardio, murió el pasado 11 de febrero de 2008, dejando una obra rica en la que identificó la naturaleza humana en todas sus facetas.

En 1954, comenzó a trabajar en la Universidad Veracruzana, donde se dedicó a escribir de forma implacable, lo mismo piezas teatrales, que hoy suman más de 100, que relatos, guiones cinematográficos y televisivos, ensayos didácticos y de crítica teatral. Algunas de sus piezas son material indispensable en las escuelas de teatro, como las obras en un acto que conforman la colección D.F.

Carballido es una influencia decisiva en la dramaturgia mexicana contemporánea. Ha incursionado en todos los géneros dramáticos, siempre imponiendo su estilo propio, que recrea formas de actuar e inquietudes que constituyen las preocupaciones humanas, y ante todo, las preocupaciones mexicanas, descritas con diálogos ágiles, sentido del humor, ternura y facilidad expresiva, con una visión siempre crítica de la realidad que rebasa los niveles locales y llega a altos niveles cualitativos.

Como parte del esfuerzo que Carballido hizo por difundir el teatro y poner en un lugar privilegiado a las artes escénicas, fundó la revista Tramoya de la Universidad
Veracruzana, una de las publicaciones teatrales más importantes de América Latina.
Sus primeras obras han sido calificadas de realistas, como son Felicidad, El relojero de Córdoba, y Rosa de dos aromas. Por su parte, Orinoco, El tren que corría y Yo también hablo de la Rosa, son ejemplo del estilo picaresco que Carballido utilizó en sus piezas teatrales.

En su afán por entregar teatro de calidad, realizó piezas sobre personajes
históricos, como Tiempo de ladrones, basada en la vida de Chucho el Roto, Cantata a
Hidalgo y El álbum de María Ignacia, sobre la vida de la Emperatriz mexicana Carlota
de Habsburgo.

Carballido plasmó en cada una de sus piezas las emociones, las calles y los lugares públicos que frecuentamos a diario; sus personajes son gente de la clase media, amas
de casa, cabareteras, maestros de escuela, que utiliza como vehículo para sembrar en
el espectador inquietudes respecto a sus raíces culturales y obligarlo a defender su
identidad.
Marzo 2008