Rostros de México
Por Guillermo Solís Mendoza
La aportación de Emilio Carballido al teatro mexicano es invaluable.
Lo mismo elaboró piezas teatrales que sirven como ejercicios didácticos para estudiantes, que desarrolló fantásticos relatos infantiles y piezas maestras que lo colocan en uno de los escalafones más altos del realismo y el costumbrismo mexicano.
Su incursión a las letras
Nacido en Veracruz un 22 de mayo de 1925, llegó a vivir a la Ciudad de México durante su primer año de vida y su infancia fue la que lo empujó al camino de las letras: “Me trajeron de brazos a la capital y mi infancia transcurrió en los barrios de La Lagunilla y en Santo Domingo. Querer escribir surgió en mí naturalmente, porque era un muchacho muy imaginativo, precoz e insoportable, que leía mucho y lo más natural para mí era escribir, ya que en mi casa, todos escribían: mi abuela, mi mamá, mis hermanos y mis tíos hacían versitos y cosas de ese estilo.”
De esa abuela materna, que de niña había memorizado versículos completos de la Biblia y de la poesía griega, recibió los relatos orales que desataron su imaginación y que serían fuente de inspiración de muchas de sus obras. Además, absorbió el estilo fantástico de las narraciones de Julio Verne, y siguió las aventuras de Sandokan, el Capitán Tormenta y los Piratas de Málaga de la mano de Emilio Salgari. Hizo un intento por escribir lo que se desarrollaba en su mente al momento de leer, y descubrió que “era una lata relatar y que era más fácil escribir diálogos y hacer acotaciones. Entonces lo que primero escribí de teatro, es todavía de chamaco, unos cuentitos a los que les hacia dibujitos; es decir, eran como una especie de cómics que yo dibujaba y dialogaba”.
Su obra
Su vida académica Se inscribió en la facultad de Derecho y descubrió en esa misma época el teatro de Xavier Villaurrutia. Durante sus clases de derecho romano, escribió una obra de teatro; y en el transcurso de un examen, concibió La triple
Porfia (que posteriormente mostró a Salvador Novo). Luego de presentar en Bellas Artes Rosalía y los llaveros, ya radicado de nuevo en Veracruz, escribió La danza que sueña la tortuga y Felicidad, obras que los críticos han colocado dentro de la corriente del realismo; y el magnífico libro de relatos veracruzanos La caja vacía.Comenzaba así, la carrera de uno de los dramaturgos más brillantes del país.
Asistió a la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde fue alumno de Rodolfo Usigli,Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza; y obtuvo la Maestría en Letras especializado en Arte Dramático y Letras Inglesas.
De entre sus compañeros, conoció a los que serían sus amigos inseparables
y primeros críticos de sus piezas: Rosario Castellanos, Luisa Josefina Hernández y Sergio Magaña.
Reconocimientos
Emilio Carballido recibió a lo largo de los últimos 25 años, incontables reconocimientos a su calidad como dramaturgo.
Fue director de Teatro del INBA, director de teatro en la UNAM, Premio Nacional de Literatura en 1996, recibió homenajes de todas las instituciones culturales y algunas universidades como la UNAM, la UAM y la Universidad Veracruzana. En 2002 ingresó a la Academia Mexicana de las Artes.
En diciembre del 2002, Carballido sufrió una trombosis cerebral que lo mantuvo en estado crítico en el hospital ABC por más de un mes. A raíz de ese ataque, sufrió trastornos del sueño y de movimiento motriz en sus extremidades, cosa que no impidió que continuara con su labor de creación literaria. Sin embargo, víctima de un infarto agudo al miocardio, murió el pasado 11 de febrero de 2008, dejando una obra rica en la que identificó la naturaleza humana en todas sus facetas.
En 1954, comenzó a trabajar en la Universidad Veracruzana, donde se dedicó a escribir de forma implacable, lo mismo piezas teatrales, que hoy suman más de 100, que relatos, guiones cinematográficos y televisivos, ensayos didácticos y de crítica teatral. Algunas de sus piezas son material indispensable en las escuelas de teatro, como las obras en un acto que conforman la colección D.F.
Carballido es una influencia decisiva en la dramaturgia mexicana contemporánea. Ha incursionado en todos los géneros dramáticos, siempre imponiendo su estilo propio, que recrea formas de actuar e inquietudes que constituyen las preocupaciones humanas, y ante todo, las preocupaciones mexicanas, descritas con diálogos ágiles, sentido del humor, ternura y facilidad expresiva, con una visión siempre crítica de la realidad que rebasa los niveles locales y llega a altos niveles cualitativos.
Como parte del esfuerzo que Carballido hizo por difundir el teatro y poner en un lugar privilegiado a las artes escénicas, fundó la revista Tramoya de la Universidad
Veracruzana, una de las publicaciones teatrales más importantes de América Latina.
Sus primeras obras han sido calificadas de realistas, como son Felicidad, El relojero de Córdoba, y Rosa de dos aromas. Por su parte, Orinoco, El tren que corría y Yo también hablo de la Rosa, son ejemplo del estilo picaresco que Carballido utilizó en sus piezas teatrales.
En su afán por entregar teatro de calidad, realizó piezas sobre personajes
históricos, como Tiempo de ladrones, basada en la vida de Chucho el Roto, Cantata a
Hidalgo y El álbum de María Ignacia, sobre la vida de la Emperatriz mexicana Carlota
de Habsburgo.
Carballido plasmó en cada una de sus piezas las emociones, las calles y los lugares públicos que frecuentamos a diario; sus personajes son gente de la clase media, amas
de casa, cabareteras, maestros de escuela, que utiliza como vehículo para sembrar en
el espectador inquietudes respecto a sus raíces culturales y obligarlo a defender su
identidad.
Marzo 2008
La aportación de Emilio Carballido al teatro mexicano es invaluable.
Lo mismo elaboró piezas teatrales que sirven como ejercicios didácticos para estudiantes, que desarrolló fantásticos relatos infantiles y piezas maestras que lo colocan en uno de los escalafones más altos del realismo y el costumbrismo mexicano.
Su incursión a las letras
Nacido en Veracruz un 22 de mayo de 1925, llegó a vivir a la Ciudad de México durante su primer año de vida y su infancia fue la que lo empujó al camino de las letras: “Me trajeron de brazos a la capital y mi infancia transcurrió en los barrios de La Lagunilla y en Santo Domingo. Querer escribir surgió en mí naturalmente, porque era un muchacho muy imaginativo, precoz e insoportable, que leía mucho y lo más natural para mí era escribir, ya que en mi casa, todos escribían: mi abuela, mi mamá, mis hermanos y mis tíos hacían versitos y cosas de ese estilo.”
De esa abuela materna, que de niña había memorizado versículos completos de la Biblia y de la poesía griega, recibió los relatos orales que desataron su imaginación y que serían fuente de inspiración de muchas de sus obras. Además, absorbió el estilo fantástico de las narraciones de Julio Verne, y siguió las aventuras de Sandokan, el Capitán Tormenta y los Piratas de Málaga de la mano de Emilio Salgari. Hizo un intento por escribir lo que se desarrollaba en su mente al momento de leer, y descubrió que “era una lata relatar y que era más fácil escribir diálogos y hacer acotaciones. Entonces lo que primero escribí de teatro, es todavía de chamaco, unos cuentitos a los que les hacia dibujitos; es decir, eran como una especie de cómics que yo dibujaba y dialogaba”.
Su obra
Su vida académica Se inscribió en la facultad de Derecho y descubrió en esa misma época el teatro de Xavier Villaurrutia. Durante sus clases de derecho romano, escribió una obra de teatro; y en el transcurso de un examen, concibió La triple
Porfia (que posteriormente mostró a Salvador Novo). Luego de presentar en Bellas Artes Rosalía y los llaveros, ya radicado de nuevo en Veracruz, escribió La danza que sueña la tortuga y Felicidad, obras que los críticos han colocado dentro de la corriente del realismo; y el magnífico libro de relatos veracruzanos La caja vacía.Comenzaba así, la carrera de uno de los dramaturgos más brillantes del país.
Asistió a la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde fue alumno de Rodolfo Usigli,Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza; y obtuvo la Maestría en Letras especializado en Arte Dramático y Letras Inglesas.
De entre sus compañeros, conoció a los que serían sus amigos inseparables
y primeros críticos de sus piezas: Rosario Castellanos, Luisa Josefina Hernández y Sergio Magaña.
Reconocimientos
Emilio Carballido recibió a lo largo de los últimos 25 años, incontables reconocimientos a su calidad como dramaturgo.
Fue director de Teatro del INBA, director de teatro en la UNAM, Premio Nacional de Literatura en 1996, recibió homenajes de todas las instituciones culturales y algunas universidades como la UNAM, la UAM y la Universidad Veracruzana. En 2002 ingresó a la Academia Mexicana de las Artes.
En diciembre del 2002, Carballido sufrió una trombosis cerebral que lo mantuvo en estado crítico en el hospital ABC por más de un mes. A raíz de ese ataque, sufrió trastornos del sueño y de movimiento motriz en sus extremidades, cosa que no impidió que continuara con su labor de creación literaria. Sin embargo, víctima de un infarto agudo al miocardio, murió el pasado 11 de febrero de 2008, dejando una obra rica en la que identificó la naturaleza humana en todas sus facetas.
En 1954, comenzó a trabajar en la Universidad Veracruzana, donde se dedicó a escribir de forma implacable, lo mismo piezas teatrales, que hoy suman más de 100, que relatos, guiones cinematográficos y televisivos, ensayos didácticos y de crítica teatral. Algunas de sus piezas son material indispensable en las escuelas de teatro, como las obras en un acto que conforman la colección D.F.
Carballido es una influencia decisiva en la dramaturgia mexicana contemporánea. Ha incursionado en todos los géneros dramáticos, siempre imponiendo su estilo propio, que recrea formas de actuar e inquietudes que constituyen las preocupaciones humanas, y ante todo, las preocupaciones mexicanas, descritas con diálogos ágiles, sentido del humor, ternura y facilidad expresiva, con una visión siempre crítica de la realidad que rebasa los niveles locales y llega a altos niveles cualitativos.
Como parte del esfuerzo que Carballido hizo por difundir el teatro y poner en un lugar privilegiado a las artes escénicas, fundó la revista Tramoya de la Universidad
Veracruzana, una de las publicaciones teatrales más importantes de América Latina.
Sus primeras obras han sido calificadas de realistas, como son Felicidad, El relojero de Córdoba, y Rosa de dos aromas. Por su parte, Orinoco, El tren que corría y Yo también hablo de la Rosa, son ejemplo del estilo picaresco que Carballido utilizó en sus piezas teatrales.
En su afán por entregar teatro de calidad, realizó piezas sobre personajes
históricos, como Tiempo de ladrones, basada en la vida de Chucho el Roto, Cantata a
Hidalgo y El álbum de María Ignacia, sobre la vida de la Emperatriz mexicana Carlota
de Habsburgo.
Carballido plasmó en cada una de sus piezas las emociones, las calles y los lugares públicos que frecuentamos a diario; sus personajes son gente de la clase media, amas
de casa, cabareteras, maestros de escuela, que utiliza como vehículo para sembrar en
el espectador inquietudes respecto a sus raíces culturales y obligarlo a defender su
identidad.
Marzo 2008
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